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RENATA (Hija de costurera. Londres, 1847)

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Un día gris, feo, feo, de invierno londinense, la madre de Renata quedó embarazada sobre la máquina de coser de la sastrería donde trabajaba. Cuando el padre, o sea, el sastre, recibió la noticia, se desentendió. Cuatro meses antes de que naciera Renata, la madre le amenazó: “Me ha dicho una vidente que como no reconozcas la paternidad, tendremos una hija de retales”. A la vista está el caso que

hizo.

EVARISTU (Gallo portugués. Siglo XV)

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El descubridor portugués Vasco de Gama (1460-1524) le crió entre algodones con la idea de embarcarlo rumbo a las Indias, para que actuara como despertador de la tripulación. Sin embargo, poco a poco, a Evaristu le crecía la cresta con tanta desmesura que antes de que llegara ese momento tan deseado, el peso creciente de aquella aparatosa cresta le venció, dando con la cabeza contra el suelo definitivamente. En efecto: las gallinas violadas por él, aprovecharon la ocasión para vengarse picoteándolo con saña. Cuando Vasco de Gama tuvo conocimiento del crimen, embarcó a las asesinas, y antes de doblar el Cabo de Buena Esperanza, las arrojó por la borda.

MITSU Y BISHI (Ingenieras mecánicas. Japón, S. XIX).

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Compañeras de pupitre en el colegio de los Padres Confucianos, de Kioto, pronto destacaron por su pasión por la mecánica del automóvil. Siempre llevaban en el bolsillo del kimono rodamientos, juntas de culata, manguitos o algún balancín. Una vez licenciadas, con los ahorros se hicieron autónomas y formaron la empresilla de andar por casa Mitsubishi, cuya patente sería registrada años más tarde por cuatro listos que se hicieron de oro. Los tribunales archivaron el caso. Ante la imposibilidad de competir con la gran empresa, Mitsu y Bishi tuvieron que cerrar. Abrieron una tienda de repuestos, pero ya sin ilusión.

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