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PASMI “ZAPATONES” (Navacerrada, 1970).

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A los 8 años aún no sabía andar. La llevaron al médico de la Seguridad Social, en Madrid, y aunque no advirtió nada raro, decidió que había que soldarla los pies a unos zapatos reforzados de la talla 48 para mantenerla erguida. El postoperatorio fue bien, pero no la situación, que empeoró: cuando la niña se ponía de pie, tampoco andaba: ahora porque no podía con los zapatos. En el colegio se pasaba la clase de pie derecho, y sus amigas empezaron a llamarla Pasmarote (“Pasmi”, las íntimas). Por no volver a operarla, sus padres la sentaron en el suelo hasta que se le desgastaran las taloneras, lo que ocurrió al cumplir los 14. La denuncia que interpusieron contra el médico en 1984 sigue en el juzgado, en fase de instrucción.

BRUNILDA HOLEHOLE (Ex-monja germana. Ibiza. Verano de 1997)

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Procedente de Friburgo de Brisgovia, llegó a Ibiza en junio de 1997 formando parte de un grupo de religiosas dispuestas a expulsar el pecado de la isla. Al ver la envergadura de la misión, el 13 de julio sus compañeras volvieron a Alemania, pero ella no. Sostenida por una fe hasta entonces inquebrantable, permaneció allí durante todo el verano, hasta que a finales de septiembre, vencida por las tentaciones, acabó colgando los hábitos en el guardarropa de una discoteca, bailando como se expone en la vitrina.

JOHANNA (Cebra pinturera. Zoo de París, 1874)

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Aburrida de verse siempre en blanco y negro, se escapó del zoo en busca de algún artista bohemio que la pintara de colorines. Por suerte, se encaprichó de ella el chico que le llevaba a Manet el bastidor y la paleta. Después de pintarla y ver lo bien que le había quedado, el muchacho abandonó a Manet, la compró un sombrero, medias y zapatos de baile, y la enseñó un repertorio de números musicales de cabaret, gracias a los cuales vivieron algunos años a orillas del Sena, cerca del Pont Neuf. Fue precisamente allí donde Johanna cayó al río al pisarse la falda cuando bailaba un brioso cancán.

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