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ACHICHARRAZUMA (Precursor del panel solar. México. Finales del S. XV).

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Aunque México no es un país de clima frío, cuando entra el invierno los pobres lo tienen en cualquier parte del mundo, y el azteca Achicharrazuma no iba a ser menos. Un buen día se cansó de tiritar e ideó el gorro que lleva sobre la cabeza, creyendo que de la misma manera que dinero llama a dinero, sol llamaría a sol, pero se equivocó. El montaje, a base de piedra de granito receptora de calor, le deshizo el cerebro y le tostó el resto. Años después, su idea fue utilizada para fabricar los paneles fotovoltaicos, pero esa es otra historia.

CULEBRALLÓN (Ser mitológico. La Atlántida. Siglo VIII a. C).

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Mezcla de culebra bípeda, caballo cojo y dragón poco amedrantador. Vivía en La Atlántida rodeado de especies raras, como la moscormiga, el dinogato, la monaraña, el cangrestruz, la chingartija o el dromepótamo. De la ausencia de orejas se deduce que solo se escuchaba a sí mismo, circunstancia que le llevaba a reincidir constantemente en sus propios errores. Esto último se convirtió en enfermedad contagiosa, infectando a los seres humanos por los siglos de los siglos, con el agravante de que nosotros sí tenemos orejas.

LUISAO DAS CACHOS (Víctima de compraventa de órganos. Brasil, 1987).

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Paseando entre las favelas, de niño le robaron un riñón; después el otro, la pelvis, el bazo, las dos caderas, el páncreas, las clavículas, el esternón, las orejas… hasta llegar a este reducto. Últimamente parece que van a por el ojo derecho. Nadie se lo explica, pero continúa viviendo. Los más religiosos sostienen la teoría de que todo se debe a su habilidad para reconducir su enorme fe: en lugar de ponerla a mover montañas, la dedica a mantenerlo vivo en las piezas que le van quedando. Si estuvieran en lo cierto, ¿cuál sería su último trozo vital? ¿se reconcentraría en él toda la fe, llegando a formar un agujero negro sacro?. Nadie lo sabe.

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