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MEIGA ALOPÉCICA (O Cebreiro, Lugo. S. XII)

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En la mañana del día 29 de febrero de 1144, la bruja Ribeira se miró al espejo y dio un grito lastimero que se oyó en la ría de Bilbao: estaba calva. Volvió a la cama en busca de su pelo, pero había solo uno y no era de ahí. Superados los primeros momentos de bajón, se fabricó una peluca que pronto dejó de ponerse porque al volar se la llevaba el aire y sus compañeras de escoba se descojonaban de risa (con perdón). En la figura, se aprecia cómo mira hacia atrás, con la sonrisa forzada, al escuchar las risotadas. Harto del ridículo, el búho se despidió.

FRANCINE “LA DESCARADA” (Guayana francesa. 1987)

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Servía las mesas de los colonizadores como nadie. Por esa razón consentían sus indirectas contra la invasión francesa. Un buen día viajó hasta allí Luis XIV con su séquito. En un momento de la comida, Francine dijo en voz alta: “Alguien sobra aquí y no soy yo”. Al escucharla, uno de los validos del Rey Sol, exclamó: “¡Qué descarada!”. Luis XIV cogió la idea y ordenó descararla. Siendo rey absoluto, era lo menos.

BUSTO DE TERMÓPILA (Filósofa griega. S. VI a. C).

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De gustos sencillos, compartió numerosas disquisiciones filosóficas con Tribúlides (otro desconocido). Postulaba que si bien es verdad que la verdad es siempre verdad, no ocurre lo mismo con la mentira, pues es mentira que la mentira sea mentira, sino verdad que es mentira. Decía que la verdad puede ser mentira siendo verdad siempre que esa verdad no sea mentira, y la mentira verdad siendo mentira, siempre que esa misma mentira sea verdad. Un día, en plena exposición, la cogieron por los pies y la tiraron al Mar Egeo con un capitel jónico atado al cuello. En cuanto a Tribúlides, se alistó de incógnito en la lucha contra Esparta y murió en la segunda guerra Médica.

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