CRESTODOPUS (Hervíboro hondureño. Tegucigalpa, 900.009 a. C.).

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El aparato digestivo de este cuadrúpedo paleolítico estaba aún sin desarrollar, hasta el punto de que las toneladas de hierbajos que tragaba se iban acumulando sin digerir en su cuerpo, de abajo a arriba ( como se aprecia por el color verdoso que, debido a su piel casi transparente, lo colorea). Destaca la cresta con abolladuras que le crecía a lo largo del cuello como una tabla compacta, tanto que impedía al animal mover la cabeza, obligándole a comer solo las ramas de árbol que estaban a la altura de su boca. Si tenemos en cuenta que, a causa de la rigidez de la cresta, no podía ver el peligro que le venía por detrás, podemos deducir que se extinguió prontísimo.