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TOM BUCTÚ (Trotamundos malí, 2013).


Trabajó de balsero en el río Níger, hasta que un cocodrilo se comió a los tres turistas holandeses que trasladaba y fue despedido. De allí partió a América, donde se contrató como remero de barcazas de recreo en el río Orinoco, aunque con tan mala suerte que zozobró al lado de un banco de pirañas. Él se salvó, pero también le echaron. Tal es su inercia hacia es este tipo de animales, que emigró a las Islas Caimán solo por el nombre. Actualmente, trabaja de vigilante en un acuario, pero ya le han dicho: la compuerta de los tiburones, ni la toques.

BENNY HOOD (Vampiro irlandés. S. XVIII).

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No hay más que verle la cara: chupaba la sangre a los ricos para hacer transfusiones a los pobres. Era muy cuidadoso, pues para evitar rechazos nunca sacaba la sangre a un protestante para dársela a un católico, ni viceversa. Cómo los distinguía, se ignora. Hay quien dice que le vio sobrevolar en el entierro de Michael Collins

MAYURA GITANJALI (Sacerdotisa hindú. India, 1942).

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Madre de familia numerosa (17 hijos y 12 hijas), sus ingresos como sacerdotisa no le permitían dar de comer a tanta prole. Aprovechando su cargo libre de toda sospecha, amenazaba a los ganaderos del Ganges con denunciarles de maltratar a las vacas (allí sagradas, no lo olvidemos), si no le mandaban cada semana una ternera hecha filetes. Este tráfico altamente pecaminoso se normalizó hasta llegar a oídos del dios Visnú, que como castigo la envió 29 solomillos de vaca loca. Sobrevivieron 4 hijos y 2 chicas.

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